Andalucía, la que divierte

0ANDALUCÍA, LA QUE DIVIERTE

Por Pepa Bermudo

16 de mayo de 2016

Este mes de mayo se inauguró sin flores ni cantos a María. Regresaron los jerséis a los armarios, no cantaba la calandria ni respondía el ruiseñor. Una inusitada tormenta se instaló sobre nuestras cabezas. La lluvia caía con fuerza un día tras otro, sin conceder una tregua. El campo embarrado, los caminos anegados de agua, los embalses a rebosar… Parecía como si se hubiera volteado la piel de toro y al sur nos bañara el Cantábrico.

            El diez de mayo, tras varios días de aguacero, el terreno era un lodazal, pero los melocotones de la Vega del Guadalquivir no entendían de tormentas y un jornal de cuarenta euros no merecía desprecio.

Pertrechados de impermeables y botas de goma, Marisol y su cuadrilla acudieron al tajo. El cielo no les otorgó ninguna indulgencia y faenaron sin descanso, hundidas en el barro, navegando entre los charcos, anegadas por el diluvio.

            Cuando regresó al pueblo, con toda seguridad, Marisol aún tenía que hacer compras, poner lavadoras, cocinar la cena y preparar la talega del día siguiente.

            El móvil no paró de piar durante la tarde ajetreada que siguió a su jornada laboral. Echó un vistazo rápido. En todos los grupos de WhatsApp compartían fotos y memes de las Hermandades del Rocío. Algunos se lamentaban de las pobres rocieras, que no podían lucir los trajes de faralaes. Otros, bromeaban con caballos equipados con flotadores y la virgen en lancha motora.

            Mientras cenaba, los informativos de la televisión abrieron con imágenes de las carreteras enfangadas y daban cuenta de las rutas alternativas que debían tomar a través de Doñana.

            Entonces recordó las fotos que se habían hecho en el tajo, riéndose por no llorar, rebozadas en barro.

            Subió las fotos a Facebook y escribió: “Qué día más malito hemos pasado”.

Los comentarios no tardaron en aparecer, comparando las imágenes con la cobertura informativa sobre el Rocío; hablando del olor de los melocotones que no podrán comprar con su jornal; riendo de esos cuarenta euros que no irán a parar a una cuenta opaca de Panamá.

            Las jornaleras como Marisol no son noticia para un telediario, a no ser que se las pretenda desprestigiar haciendo referencia al PER. Estas imágenes no saldrán en las portadas de la prensa, porque solo interesa mostrar la “Andalucía que divierte”, como cantaba Pepe Suero.

            Pero a ellas les queda ese íntimo orgullo, esa dignidad a prueba de borrascas y tormentas.

 

PD.: La foto la hizo Marisol Arroyo, de la cuadrilla de La Luisiana.

Autora: Pepa Bermudo.