Autor: José Antonio Rivero
Al hilo de estas fechas, me gustaría recordar la historia de los bailes y fiestas en nuestro pueblo durante la Navidad, así como quienes lo hicieron posible y las costumbres y música de aquellos años. Reconozco que con el paso del tiempo la memoria tiende a fallar, por lo que seguramente esta publicación tenga algún fallo. De ser así, agradecería me corrigieran y entre todos podamos hacer una radiografía más completa de estas fiestas en el pueblo de El Campillo.
Comenzamos por la primera, que se organizó en la cochera del panadero, en la calle Iglesia, donde hoy Francisco Gutiérrez, “Pikín”, tiene su domicilio. Con anterioridad cumplía las funciones de cuadra y pajar que, con la desaparición de las bestias, quedó en desuso.
Debido a la falta de actividades para los jóvenes en el pueblo, un grupo de alumnos pertenecientes al Plantel de Extensión Agraria -un centro donde se formaba a la juventud en temas de cultura y conocimientos relacionados con el mundo agrario- decidieron montar en la cochera la primera fiesta de Navidad. Aunque no me han podido fijar con certeza la fecha, sí me han podido dar una horquilla donde con toda probabilidad se celebró: se trata de las Navidades comprendidas entre los años 1971-72 al 1972-73. La falta de medios hizo que aprovecharan los útiles y aperos del campo para la decoración de las paredes, donde las horcas, yugos y palas de madera le daban un ambiente rústico al salón.
El alumbrado consistía en varias bombillas eléctricas, teniendo una de ellas la particularidad de parpadear, a imitación de las discotecas, gracias a un ingenioso sistema movido por el mecanismo de una antigua afeitadora eléctrica alojado en una lata de carne de membrillo reforzada en su interior con tablas. Este ingenio fue diseñado por Juan Martínez López. Una de las paredes tenía una pequeña abertura que daba acceso al patio, que era usado como servicio.
De la música que sonaba en aquellos tiempos en la pista de baile, recuerdo dos temas bastante populares: “Tan bonita como un rock” de Los Puntos y “Dady Cool”, de Boney M. En la puerta, Celedonio Ancio, nuestro entrañable “Cele”, hacía de portero para evitar que los niños entráramos.
En la Navidad de 1977-78, el lugar elegido sería los bajos de la casa que hoy ocupa Mari Paz Rodríguez, en la plaza Carlos III. Algunas de las canciones que sonaban eran “Rockollection” de Laurent Voulzy, Jesse Greem con “Flip” y Belle Epoque con “Black is Black”.
La cochera de Francisco Laguna, “Currichi”, situada en lo que hoy es su casa, en la calle Adelfa, albergó la fiesta de Navidad de 1978-79. El Plantel había evolucionado para transformarse en Teleclub, siendo su presidente en aquel entonces el propio “Currichi”, que cedió su local, tanto para la celebración de la fiesta, como sede del Teleclub, puesto que carecía de ella. “Got a feeling” de Patrick Juvet, “Stayin’ alive” de los Bee Gees o “Rasputin” de Boney M, eran de los temas más bailados.
Tras la fiesta navideña, se celebraron varios certámenes de un concurso de baile, a semejanza del programa de TVE “La Juventud baila”. Igualmente, tendrían lugar allí los mítines de los partidos locales que se presentaron a las primeras elecciones municipales celebradas el 3 de abril de 1979, que ganó la candidatura local “Unidad de Trabajadores”.
Nos vamos ahora a la Navidad de 1980-81. Ese año la fiesta se celebraría en el local anexo a la iglesia, hoy centro de catequesis, previo permiso de don Fernando. El Teleclub había dado paso al Centro Cultural Carlos III y como su sede estaba en construcción, hubo que aferrarse al pequeño local con techo de uralita. En la pista, sonaban Marce y Chema con “Que siga twist”, Leif Garrett con “Memorice your number”, Eruption con “One way ticket”, Tequila con “Me vuelvo loco” y Camilo Sesto con “Perdóname” para el baile lento.
A partir de la Navidad de 1981-82, sería Juan Martínez Rivero, nuestro recordado “Juanico”, quién organizaría durante varios años la fiesta en el antiguo “cine del Guardia”. Un acontecimiento que esperábamos con mucha ilusión, tanto por la decoración del local, como la música que sonaba en la pista. Entre las canciones recuerdo el éxito del momento que arrastraba a todo el mundo a bailar: el “Baile de los pajaritos” de María Jesús y su acordeón. Recuerdo también “Olvídame y pega la vuelta” de Pimpinela y el “Trenecito”, de Ana Belén y Miguel Bosé, entre otras.
Durante esta etapa, concretamente en la Navidad de 1983-84, la fiesta sería organizada por su hermano Salvador, ya que “Juanico” tuvo que incorporarse al servicio militar.
La siguiente parada estuvo en la cochera de Agustín Gutiérrez e Isabel Martínez, situada en la intersección de las calles Olivares y Betis, donde “Juanico” volvió a organizar la fiesta durante la Navidad 1985-86. “Amante bandido”, de Miguel Bosé, “Ni tú ni nadie”, de Alaska, “Live is life” de Opus, o “You can win If you want” de Modern Talking, eran los éxitos del momento. Eso sí, el frío del local, que tenía las paredes sin enlucir, dejó huella en todos los asistentes.
La terminación de la caseta municipal conllevó que la fiesta pasara a realizarse en sus instalaciones. No solo cambió el lugar, sino también la organización, que durante varios años estuvo a cargo de la Asociación de Vecinos. En un principio se utilizaba todo el salón, ubicando la pista de baile junto al escenario. La gran amplitud de la caseta le daba un aspecto algo frío a la fiesta, por lo que a partir de 1993 se decidió acotar la zona próxima a la barra, colocando sobre el techo un panel de luces movidos por un psicodélico y una cabina para el disc jockey. Como se puede apreciar, quedaba muy lejos de aquella decoración sencilla y la bombilla parpadeante movida por el ingenio basado en una afeitadora eléctrica de la primera fiesta navideña.
La bebida típica en los inicios de la cochera del panadero era el cuba libre, que consistía fundamentalmente en la combinación de ginebra y coca cola, sin hielo y con el refresco a temperatura ambiente, pues se carecía de tanques o frigoríficos. También había un cóctel llamado el “semáforo”, compuesto por menta, granadina y Licor 43, tomando el nombre de los colores de las bebidas. Con el tiempo, nuevos licores fueron llegando al pueblo, aumentando de esa forma el número de combinados. En los ochenta se hicieron famosos el “destornillador”, que mezclaba vodka con naranja y el Cointreau con piña. Luego llegarían el wiski Doble V, el ron Bacardí, el tequila… Hasta alcanzar la variedad que hoy se puede disfrutar en cualquier bar o celebración.
Por último, decir que la primera fiesta particular celebrada en el pueblo fue en la Navidad de 1982-83. Pero eso ya es otra historia.
Autor: José Antonio Rivero.