Autor: Julio Jiménez

Un pueblo sin memoria está condenado a repetir su historia; por ello es muy importante transmitir nuestras vivencias a los más jóvenes para que puedan valorar el legado que se les ha dejado.

En los años 60/70 gracias a la gestión de los alcaldes Ramón Freire y Juan Olmo pasamos de vivir en chozos a tener viviendas más dignas, nuestras calles mejoraron, transitamos de las piedras y la tierra al alquitrán, dejamos atrás las tres fuentes de agua del pozo de Campillo para estar dentro del Plan de Aguas de Écija, se acometió la construcción de la red de Alcantarillado, etc. Eran tiempos muy difíciles. Muchas familias, empujadas por el hambre y el desempleo tienen que dejarlo todo e instalarse en tierras desconocidas de Europa y Cataluña en busca del sustento para sus familias.

Las Ferias nacen en Andalucía como medio para favorecer la economía de las ciudades con la venta de ganado. Posiblemente este sea uno de los orígenes de nuestra fiesta de agosto.

En los años 60, siendo alcalde Fernando Gómez, el recinto ferial estaba ubicado en la Plaza de la Inmaculada Concepción.

Juan Olmo alcalde de la época, me comenta:   el contorno de la caseta se hacía con ladrillos de muy mala calidad, al finalizar los actos se quitaban para dejar a la plaza en su estado original. Lo que hoy es la Casa Cuartel de la Guardia Civil, antes, era propiedad de Ramón Freire, tenía unas puertas correderas que daban a la plaza, se abrían,  ¡ese era el bar de la caseta! Como camarero estaba Eloy padre.  En el centro una especie de carpa a la que llamábamos el Witoma donde estaba un pequeño tablao para las actuaciones.

 De aquella etapa tengo un gran recuerdo de Pepe el hormiguita, municipal del pueblo que estaba a cargo de la Cárcel.”

Conchi Arcas Conde: sobrina de Santiago el municipal y de Benito Arcas recuerda: como atracción teníamos “Las cunitas”, se llamaban así por su forma de cuna. Nos balanceábamos de un lado a otro siguiendo un movimiento pendular. Para parar, dejábamos de movernos, una tabla con una goma hacía de freno hasta que se detenía. Todo era muy pequeño porque no había sitio, apenas si había alumbrado, los puestos de turrón los colocaban por la orilla de la carretera, a la altura de la Tienda Nueva de Rafael Pérez. Me acuerdo, que tiraron un cohete, algo salió mal porque le explotó a un niño llamado Miguel, hijo de un amigo del padre de Juana La Practicante.

 Juan Olmo refiere: como actividades, en el Cortijo El Migandré se celebraba el Tiro Al Gallo y el Tiro al Plato.

El Tiro al Gallo lo organizaba “El Cachimba”, el antiguo panadero. Se enterraba a un Gallo vivo hasta el cuello, los participantes empezaban a tirarles piedras, ganaba quién lo mataba de una pedrada. El premio, llevarse al animal para casa. ¡A la cazuela!

Tiro al Plato: no existía la máquina para tirar los platos al aire, un operario se encargaba de esta tarea.

En 1968 accedo a la Alcaldía de La Luisiana. En mi primera feria decido cambiarla de ubicación, llevarla a la actual plaza Félix Rodríguez de la Fuente, donde estaban las escuelas antiguas, tenía que empezar desde el principio, Caseta nueva que hay que equipar, alumbrado, emplazamientos para atracciones de ferias etc.

Una de las primeras medidas que tomé fue la de dar prioridad a las empresas del pueblo, así que mantengo una reunión con Pepe El Cascabel y con Manuel Delis (El Macho), llegamos al acuerdo de que El Cascabel se encargaría de los postes para colocar el alumbrado por toda la carretera y del vallado de la caseta. Estas se hicieron de metal con unos círculos verdes y rojos. El Macho se ocuparía de todo lo referente a la electricidad, incluido las guirnaldas de luces de feria.

El bar estaba situado al fondo de la entrada, muy pegado a las antiguas escuelas. Durante los primeros años fue llevado por un grupo de jóvenes del pueblo. El periquín de Claudia, Ramón Freire hijo, Mi hermano Santi Olmo que está en Barcelona.  A continuación, una gran pista de baile y el escenario para las actuaciones.

Ese primer año llegamos tarde en la contratación de una orquesta para toda la feria, todas estaban comprometidas, menos mal que en Sevilla encontramos a un representante llamado Pulpón que nos prometió tres orquestas distintas, para todos los días feriados. Fue entonces que, para el año siguiente, con mucho tiempo de antelación al mes de agosto viajé por los distintos municipios preguntando a jóvenes. ¡Por fin! descubrimos a la “Gran Orquesta Los Tajaras” de Arahal formada por Saxofón, batería, trompeta, bajo, guitarra, piano y la voz de Rafael Balbuena, sus componentes eran de distintos pueblos cercanos a Arahal, los contratamos durante seis años seguidos para todos los días de nuestra Feria.

Los matrimonios, Esperanza González/Pepe Caro y Paco Isla, el Boti/Sierra Gómez eran los que abrían el baile a ritmo de pasodoble.

En 1969 se incorpora al recinto ferial una gran fuente de agua que hacía las delicias de todos los chicos, llevaba incorporada un dispositivo que al pasar la mano interrumpía los chorros de agua. El alumbrado ganó en calidad y cantidad, se dispone por la carretera hasta el recinto ferial, en la misma zona seguirán los puestos de turrón.

En uno de esos años, estábamos tan mal económicamente que no podíamos contratar a una banda para el toque a Diana Floreada durante esos días feriados, en esa ocasión se empleó a una persona del Aljarafe con un tambor para despertar a los vecinos anunciando las fiestas. Manolín el de Juan Conde me decía: ¿cómo te has atrevido traer un tambor para despertar a todos los vecinos? En los años sucesivos ya pudimos contar con bandas de cornetas y tambores que animaban las calles por las madrugadas de feria. Incluso Mallorettes, organizadas por el Macho, dirigidas por “Loli Rodríguez Plaza”, hija del casero del Molino Flores.

Isabel Ruiz, nuestra Isabelita, nos habla sobre las Mallorettes:

El grupo los formábamos entre 25 y 30 chicas del pueblo, teníamos 14/15 años. El Macho nos proporcionó las botas, nosotras nos buscamos una falda corta blanca y un chaleco azul, las boinas eran de la banda de cornetas y tambores del pueblo, de color negra, le añadimos una bola blanca de lana que colgaba de ellas. Las varitas estaban realizadas de barra de cortina cortadas a medida, con dos tapones blancos en los extremos.  Tuvimos tanto éxito que nos contrataron para desfilar en Fuentes de Andalucía. Hasta en el carnaval de La Luisiana se escribió una letra de murga que decía:

“La feria de La Luisiana, del año 75. Todo resultó bonito menos la caseta del brinco, hubo toros y atracciones, salieron las mallorettes y todos los viejos decían. ¿Cuándo salen otra vez? ¿Cuándo salen otra vez?, a ver si así hacemos algo, porque las viejas ya dicen que nos está entrando el letargo”

Juan Olmo continúa con su exposición:

Las mañanas las amenizábamos con distintas competiciones, me acuerdo del concurso del Lebrillo:  en un Lebrillo, echábamos agua, harina y monedas, con la cabeza los concursantes tenían que echarlas fuera del recipiente.

Concurso de la Soga.  No se me olvida “Pepe el Barrena” un hombre muy robusto y grueso, para compensar su fortaleza en una de las dos cuadrillas poníamos a uno más, pero ni por esa, ¡siempre ganaba el equipo de Pepe el Barrena”.

Carreras de Galgos: las organizaban los cazadores en el Cortijo del Migandré

Carreras de Cintas: se ponía unas cintas con unas argollas, éstas estaban preparadas por las muchachas del momento, las novias.  Los pretendientes, y los participantes, en bicicleta, tenían que ensartar con un palo los aros que habían cosido las mocitas, el problema surgía cuando varios hombres competían por la misma cinta (por la misma moza).

Tiro al Plato: había un tirador de Carmona que era buenísimo, se hacían en los terrenos que hoy ocupa las escuelas Nuevas, terrenos de Alfonso Ariza donde ya se disponía de una máquina que lanzaba los platos.

Carreras ciclistas: se organizó una carrera alrededor del pueblo, entonces, había pocos coches, pero se nos presentó una desgracia, el caso de Benito, hijo del Benito de la Posá, el hermano de la Juana y la Rubia. Al llegar los ciclistas al pueblo, la gente se asomaba, Benito en ese momento, se acercó demasiado chocando con un ciclista del pueblo vecino de Fuentes de Andalucía con la mala suerte que al caer recibió un golpe en la cabeza. ¡Una desgracia!

No celebré corridas de toros en mis ferias. Fue el Macho, quien la instaló en sus terrenos. Se colocaban plazas no muy seguras, con tablas, carros, algunas veces se escapaban los toros. En una ocasión, se organizó una novillada donde yo colaboré, y entonces, “Manolete el del Gallego que ya ha muerto” quería ser torero, le traímos un novillo. Machaco, era uno de los encargados que Ramón Freire tenía en la fábrica del vegetal y Manolete decía: – yo me iba al grifo que tenía Machaco y me hartaba de agua, entre el susto que tenía, y el agua que había bebido, la barriga me hacía ¡ glu,glu, glu !

Cochi Arcas Conde menciona con grandes carcajadas: Fernando Jaraque García, “El Turuta”, le echaron una vaquilla, toreó con una falda estrecha y unos tacones, le dio un pase o dos, pero al tercero la vaca le dio un revolcón, al reponerse, vio que la vaquilla volvía para él, ¡salió llorando de miedo!, menos mal que pudo refugiarse debajo de uno de los carros.

Me acuerdo que se escapó una vaquilla, el Rubio Escalera por poco no llega al coche para refugiarse en él.

Las atracciones de feria estaban situadas en la parte lateral derecha de la plaza, donde ahora se encuentra correos.

Los Caballitos, subían y bajaban. ¡Los cochecitos!, uno podía sentarse al volante de un coche de bomberos o de una ambulancia (incluso de una diligencia, sujetando las riendas) mientras daba vueltas tranquilamente saludando a los papás y abuelos. Las motos tampoco estaban nada mal, los aviones, las naves también tenían su chispa.

El tren de la bruja. Un trenecito que nos hacía viajar por un túnel a oscuras y cuando menos te lo esperabas aparecía una bruja con una pequeña escoba en la mano, empeñada en sacudirte con ella. Una de nuestras vecinas a la que llamábamos la Escobala, le encantaba subirse al trenecito para quitarle la escobilla a la bruja. Si lo conseguía, se quedaba con ella y obtenía viaje gratis. La Ola, el látigo, el gusano loco, los coches de choque etc., todo bajo un ruido ensordecedor de la música del momento y de la tómbola que se situaba en la parte izquierda de la plaza:

 – ¡Secretario! – ¡Una muñeca chochona para la familia! – ¡Otro perrito piloto!

En la actualidad, La Luisiana es un pueblo donde disfrutamos de un enorme estado de bienestar, con una economía estable y próspera. Nuestra fiesta de agosto está consolidada, arraigada en nuestra cultura.

No debemos dejar caer en el olvido a los hombres y mujeres que con su esfuerzo y sacrificio nos han dejado un magnífico pueblo para vivir: Nuestros padres y abuelos, alcalde Juan Olmo, Ramón Freire, Manuel Delis, Pepe El Cascabel, Conchi Arcas, Agustín Jiménez, alcalde Fernando Gomez, Pepe El Hormiguita, El Cachimba, El Turuta, Manolete el del “Gallego”, Pepe el Barrena, La Escobala, Las Mallorettes,  personas que sin tener nada nos lo dieron todo en  aquellos momentos tan difíciles que nos hacen recordar la frase con la que inicié el pregón:

  ¡Un pueblo sin memoria está condenado a repetir su historia!

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Julio Jiménez Cordobés