Autor: Julio Jiménez Cordobés.
SEGUNDA PARTE: MOLINO DE CULLERA.
Cuando tenía 7 años, mi tío Juan “El Mondahigo” llevaba a rentas el molino de Cullera, cerca del Molino Alto, a unos cinco kilómetros del pueblo. Habló con mi madre para que me dejara ir interno con él, a cambio me daría comida y cama, mi mumá5 se encargaría de las tareas domésticas pagadas con alimentos para mi familia. ¡Pobrecita! marchaba todos los días andando al cortijo; cuando terminaba el trabajo regresaba al pueblo con una hoza6 de pan, carne, garbanzos, trigo etc. Mi familia no pasaba hambre, aunque el esfuerzo que estaba realizando era muy alto.
Con siete años, en la hacienda de Cullera trabajaba de “sol a sol7” pero al menos no me faltaba comida ni un lugar donde pasar la noche. Por las mañanas ordeñaba a las cabras, desayunaba leche fresca con café de cebada y un pedazo de pan. Al mediodía un guiso de papas o garbanzos con un trozo de tocino. Por la noche, las sobras de la comida con un gazpacho migao con pan duro. Otra cosa distinta fue la ropa y los zapatos. Llegué al molino con unas alpargatas, por la noche al descalzarme para meterme en mi pesebre a dormir, mis pies estaban agrietados, doloridos, aguanté hasta los 11 años con esas babuchas, fue entonces cuando mi tío me llevó a la tienda de Pedro Robles para comprarme los primeros zapatos de mi vida.
¡La Luisiana vivía unos momentos duros, la vida de los vecinos era muy complicada!
Mis tareas en el Molino Cullera consistían en el cuidado de los cerdos y pavos. Mi horario comenzaba antes del amanecer dando de beber a los mulos, preparándolos hasta que al despuntar el alba venían los gañanes8 y se los llevaban para comenzar la jornada. Al caer la noche después de estar todo el día cuidando al ganao, preparaba las cuadras para favorecer el reposo de las yuntas de mulos tan importantes para el trabajo. ¡Por fin llegaba mi descanso! dormía en el establo junto al Mayoral Vicente, éste se disponía en un catre con un colchón de Yute9, yo me tenía que conformar con el pesebre de la burra, utilizaba la paja como colchoneta con un cobertón10 que casi nunca utilizaba porque con el calor de los animales no pasábamos frío. Recuerdo que me movía mucho por las noches, Vicente el mayoral me decía:
– ¿Manolillo? ¿Qué te pasa? Medio dormido le contestaba: – ¡Que me pican las pulgas! ¡Existían muchas pulgas allí!
Al cumplir los doce años dejé el cuidado de los animales, comencé a arar la tierra con las mulas, ¡Me convertí en un niño yuntero!
En verano trillaba cantando fandangos:
“Tengo una hermana en la vida, siendo rico millonario, si yo pudiera algún día ese caudal mío devorarlo, dar honra a la hermana mía”.
“Dicen la gente que es mío ese niño que tienes tú en los brazos dicen la gente que es mío, le puedes poner mi nombre, pero no mis apellidos que pueden ser de otro hombre”.
“Pero me voy a enmendar yo que he sido malo me voy a enmendar, todo el que es malo y se arrepiente lo deben perdonar porque es inocente”.
Al despuntar el alba preparaba mi yunta11 de mulos para iniciar las labores diarias. Colocar el yugo11, revisando la Camella12 atándole el barzón12 con una mediana;12 situar el timón de arado por el barzón, posicionar los frontiles12 que proteja a los animales de la coyunda12 utilizada para sujetar el yugo. Ajustar los cinturones12 alrededor del tórax para engancharlos al balancín del arado, no se me puede olvidar la collera12, almohadillas que sirven para amortiguar la presión al tirar. Para finalizar, antes de salir hay que revisar que todo esté correcto, mi yunta y yo formábamos un equipo, su bienestar, es el mío.
Comienza mi vida de hombre jornalero pero antes, fui niño Yuntero que a fuerza de golpes por las fatigas del trabajo en el campo conocí el sabor del sudor. Como dice el poema de Miguel Hernández:
“Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello”
Mi padre Manuel Peña López, al que siempre le hablaba de usted, trabajaba en la fábrica de jabón de Díaz Geli de La Luisiana. Realizando unas reparaciones en una de las torvas recibió un gran golpe en la cabeza, estuvo muy enfermo sin poder trabajar sin aportar una sola peseta a casa, necesitando cuidados de mi madre. A los tres años del accidente murió, contaba con 53 años. Nuestra situación familiar se agravaba aún más, con 19 años me convertí en el cabeza de familia junto a mi madre. ¡La pobre! ¡Cuánto sufrimiento! Nuestra realidad empeoraba ¡Necesitaba ganar dinero!
En Andalucía, igual que en el Resto de España sufríamos una hambruna extrema agravada por una epidemia de tifus junto a una intensa sequía de dos años de duración (1944/46). En el campo no espigó el trigo, ni la avena, las bestias comían grama, algarroba o bellotas. fue uno de los periodos de Seca13 más duros que se recuerda en España, ríos como el Ebro perdieron casi su caudal; el rio Manzanares en Madrid desapareció por completo. Diversos medios de comunicación de países extranjeros se hacían eco de la noticia del hambre en el sur de España: “En Córdoba, hombres, mujeres y niños mueren de hambre o desnutrición” “En Cádiz se pasó de 10 a 40 o 50 muertes diarias”. Ser pobre en esta década de los 40 era estar en riesgo de muerte.
Con 19 años bien cumplidos pasé al cortijo de Casablanquilla en las mismas condiciones que tenía en el Molino de Cullera añadiendo un sueldo por mi trabajo que entregaba cada mes a mi mumá.
No puedo olvidarme de mi compañero Luis de Fuentes de Andalucía, andaba de vaquero en el cortijo, como no quería los establos como dormitorio se construyó en un armiá14 de pajas una cueva donde se acomodaba. Fui un experto en la construcción de estas estructuras.
En la era15 al finalizar la trilla16 aprovechando el viento, aventábamos17 con un Biergo18 de madera para separar el grano de la paja, a continuación, el trigo es cribado y se introduce en costales19 donde a lomos de caballería es transportado hasta las trojes20 o graneros. La paja se amontonaba comenzando la construcción del armiar, éste se hacía de base rectangular con bastante altura estrechándose hasta terminar como si fuera un tejado a dos aguas para favorecer la caída de la lluvia.
La paja se distribuía con el biergo siendo presionada con los pies. Cuando era necesario unas escaleras se transportaba en sábanas anudadas a hombros de los jornaleros. Al terminar su construcción se revestía todo con pastos largos unidos y cosidos a la paja con agujas de varetas de olivo o adelfas verdes, toda esta cubierta se cubría con una capa de estiércol, de esta forma quedaba aislado de las lluvias.
Uno de mis mejores amigos fue Rafael “El Chaparrito” hermano de “Manuel el mutilado y Salvador Cordobés”. ¡El mejor amigo que he tenido! Uno de esos días que no se podía trabajar en el cortijo me dijo que nos fuéramos a coger aceitunas a la finca “Cerro Gordo de la Palma”, cerca de la carretera de Marchena. Al llegar nos encontramos con 21 “bancos de aceitunas21”, en cada uno de ellos una familia, los hombres dando palos a los olivos, las mujeres agachadas recogiendo el preciado fruto.
Nos colocaron en dos bancos distintos, a Rafael le tocó el peor de ellos, el que recogía menos cantidad marcado con un mono blanco. A mí me tocó uno mejor. ¡Qué forma de trabajar la de mi amigo el Chaparrito! Su cuadrilla aumentó considerablemente los kilos de aceitunas abandonando el último puesto causando un gran asombro entre todos los jornaleros.
Igual que en el resto de Andalucía la recolección de la aceituna en el pueblo de La Luisiana comienza en el mes de octubre hasta finales de diciembre, principios de enero. Familias enteras se desplazaban andando o en caballerías a los cortijos cercanos. Una vez llegado a las fincas, las cuadrillas formadas por dos o tres parejas, se disponían a preparar el trabajo, el banco, los fardos22, la limpia23 o carrasquilla23, las piquetas24, espuertas25, esportillos26.
Se colocaban los fardos alrededor del olivo, los hombres varean con la piqueta mientras las mujeres recogen la aceituna que cae a los lienzos sin olvidar las que se salen de ellos, los salteos27. Con las espuertas y esportillos llenos, las mujeres se dirigen a las claras28 entre los olivos donde estaba situado la limpia, un mecanismo de madera con una ligera inclinación; en su punto medio, unos alambres separados. Se echaba la aceituna por la parte superior, descendía por los alambres donde los cogollos29, hojas, piedras etc., caían al suelo; la aceituna limpia terminaba en una espuerta de esparto. Algunas veces había que repetir el procedimiento de cribado. Una vez limpia se llevaba al manijero.
En la mayoría de las fincas se trabajaba a destajo ajustando el precio por “fanegas de aceitunas30” recogidas. Existían dos recipientes de madera con capacidad para media y una fanega de aceituna, de acuerdo con la medida el encargado daba unas chapas de metal con el valor de, 1 fanega30, ½ fanega30, una mujer de cada cuadrilla las guardaba en una taleguilla de tela que colgaba de su refajo. Las aceitunas se almacenaban en sacos utilizados para su transporte al molino.
Al medio día se paraba para comer. Las talegas31 contenían comida muy humilde, pan, aceite, bacalao, sardinas arenques, productos de matanza como el tocino, la morcilla, el chorizo, de postre alguna que otra fruta como la naranja.
Después del descanso se reanuda el trabajo hasta el fin de la jornada al atardecer. Se recogen todas las herramientas; carros tirados por yuntas de mulos se encargan de transportar la aceituna al molino. Comienza la vuelta a casa donde las mujeres realizan las tareas domésticas y preparan una cena caliente que la familia va a degustar con gran alegría por la jornada de trabajo que les garantizaba el sustento. El hombre se encarga de atender a los animales de casa o descansa con un buen vaso de vino esperando la cena.
Con 19 años conocí a una moza del molino de Valdecañas, tenía 13 años, una mujer bellísima que empecé a pretender, comencé a hablar con ella pero su madre y abuela no me aceptaban porque era ¡Un esparraguero! ¡Un jornalero! ¡Un don nadie! Hablé con mi madre para llevarla a casa a vivir con todos nosotros; mi mumá me contesto: – “Donde comen seis comen siete”.
Quedé con mi novia en recogerla en el molino el Tollo cercano a su casa, al final se quedó esperando ¡Me arrepentí! No quería echar más carga a la familia, con la que teníamos en casa era bastante.
Tomé una buena decisión, unos años más tarde conocí a la que fue la mujer de mi vida.
Julio Jiménez Cordobés.
VOCABULARIO
5.- Mumá: madre
6.- Hoza: hogaza
7.- Sol a Sol: expresión utilizar para nombrar la duración de una jornada de trabajo en el campo. Comienza al amanecer, finaliza al atardecer.
8.- Gañán: campesino que guía una yunta de bueyes o mulos.
9.- Yute: fibra que se obtiene del tallo y de la corteza de la planta Corchorus capsularis. Yute.
10.- Cobertón: cobertor
11.- Yunta: unión de dos mulos, bueyes, caballos etc por un instrumento de madera en forma de dos arcos llamado yugo o ubio, que se utiliza para tirar de un arado o carro, en él va sujeta la lanza o pértiga del carro o el timón del arado.
12.- Partes del yugo y otros arreos:
Camella. Se trata de una parte curva que hay a ambos lados del yugo, y que se coloca sobre la nuca de los bueyes, vacas o el animal empleado. En otras palabras, es un arco que se coloca en el cuello, o en la cabeza de los animales, y que a través de frontiles y la coyunda se somete el animal a la obediencia.
Barzón. Es una especie de anillo de hierro, madera, cuero o esparto, por el cual pasa el timón del arado.
Mediana. Es una correa, soga o pleita de esparto que funciona como sujetador del barzón al yugo.
Costillas. Son puntas laterales del yugo utilizadas para sujetar los frontiles
Frontiles. Estas son piezas que se ponen en la frente de los bueyes o las vacas para pasar la coyunda sin que les haga daño y así, de esa forma, poder sujetar el yugo.
Collera o collar. Es una especie de almohadilla que necesitan los caballos, burros y mulas para amortiguar la presión al tirar.
Montura. Es un conjunto de arreos de una caballería de silla que, en el yugo de cruz empotrado en aparejos funciona como soporte para una pieza de madera, la cual a su vez está sujeta a otra pieza, provocando una forma de cruz con ambas. El largo de dichas piezas dependerá de la actividad agrícola a realizar.
Mullida. En el yugo frontal bávaro (yugo de cabeza), es una amplia y suave superficie de apoyo que se coloca en la frente del buey, y distribuye el peso o la presión sobre una mayor zona de la piel, evitando que los animales se dañen. Además, se encuentra fijado a los cuernos por dos cinturones.
Cinturón. Se trata de un cinturón que se coloca alrededor del tórax, el cual a través de sus dos argollas adjuntas sujeta a los tirantes enganchados en el balancín del arado.
Coyunda o tirantes. Especie de fuerte correa de cuero o esparto, larga, que es empleada para sujetar el yugo a la cabeza de los bueyes u otro animal que use el yugo.
Cornil. Se trata de un protector para que las correas no lastimen los cuernos de los animales.
Pasador. En el yugo doble de cruz (yugo de cuello), se trata de la parte inferior del collar, el cual funciona para sujetar dicho objeto.
Sobrecinta o faja. Parte especial del yugo de cabestrillo, se usa para ofrecer estabilidad a las correas, lo que a su vez evita un balanceo o deslizamiento sobre el cuello del animal que lo use.
Para que los mulos o bueyes puedan ejercer toda su fuerza, ya sea para tirar de un arado o de un carro, además del yugo se utilizaban los siguientes arreos: el horcate, la collera, Guarniciones y tiros.
Horcate: Arreo en forma de herradura que se pone a las caballerías y al cual son sujetas las cuerdas o correa de tiro. Puede ser de madera o hierro.
Collera: Collar de cuero o lona, relleno de borra o paja, que se pone al cuello a las caballerías o a los bueyes para que no les haga daño el horcate.
Guarniciones y tiros.
Conjunto de tiros de cuero y ganchos que sirven para unir la mula a un carro o galera.
13.- Seca: Periodo de Sequía.
14.- Armia: (Andalú) Almiar: Lugar al descubierto para guardar la paja.
15.- Era: Espacio donde se realizaba la trilla de forma tradicional. Zonas circulares que se allanaban o se empedraban. Se situaban cercanas a los núcleos rurales o en las propiedades de los agricultores. Se encontraban en alto, expuestas al viento del norte o poniente.
16.- Trilla: Proceso que se realizaba después de la siega en la era para separar el grano de la paja.
17.- Aventar: Echar al viento el grano y la paja de los cereales para que al caer lo hagan separados. Es la última operación para limpiar el grano. Para ello, había que esperar que llegase la marea o viento de poniente.
18.- Biergo (Andalú) Bielgo: Instrumento de labranza similar a un rastrillo con cuatro o más dientes que se solía utilizar para aventar la paja o distribuirla en la construcción de un almiar.
19.- Costal: Saco o bolsa grande de tela resistente que sirve para transportar grano u otros géneros.
20 Troje: Granero, depósito dividido en sectores o tabiques para almacenar el grano.
21.- Banco de aceituna: Escalera de madera que se abre en dos partes, usada para alcanzar el pimpollo, la parte más alta del olivo.
22.- Fardos: Lona, lienzo para recogida de la aceituna.
23.- Limpia o Carrasquilla: Cajón de madera inclinado utilizado para limpiar la aceituna. En su interior se vertía el contenido de las espuertas, a través del alambrado que constituye el cuerpo medio del artefacto mecánico se eliminaban los cogollos de menor tamaño, hojarasca y otras «impurezas», las aceitunas caían hasta una espuerta de esparto situada al pié de la limpia.
24.- Piquetas: Vara larga con cierta flexibilidad, con la que se golpea con sumo cuidado para hacer caer las aceitunas del olivo a los fardos sin dañar las ramas.
25.- Espuerta: Recipiente de esparto u otro material flexible, con dos asas pequeñas, generalmente más ancho que alto, que se usaba en la recogida de la aceituna.
26.- Esportillo: Capacho grande de esparto o palma.
27.- Salteo: Aceitunas que caen fuera del fardo o lienzo.
28.- Claras: Espacio despejado entre los olivos.
29.- Cogollos: Ramas desprendidas del olivo durante el vareo.
30.- Fanegas de aceitunas:
1ª fanega de aceitunas = 50 kilos
½ fanega de aceitunas = 25 kilos
31.- Talega: Bolsa ancha y corta, sin asa, con un cordón para cerrar y colgarla. Se utilizaba para llevar la comida al tajo en el campo.